
El Estado / Capital juega a dos bandas, nos impone un escenario que no deja otra salida que la anestesia, y cobra de los impuestos para «luchar contra ello«. Necesita gente mínimamente sana para trabajar en las fábricas pero suficiente enferma para no poder luchar: de rodillas a las puertas de sus hospitales.

Las campañas del Sistema suelen ponerse en lo peor y nunca van a la raíz de las causas que nos llevan a drogarnos. Todos hemos visto a los «enganchados» tirados por ahí. Pero los jóvenes no creen que vayan a llegar a ese punto, y en general es cierto. La gran mayoría se quedará en estados de salud deteriorados, infartos a los 50..
El tema es, que les da igual, porque la vida dentro del Imperio es un infierno. No saben las causas, creen que «la vida es así». Los productos del Sistema, series y películas, constantemente bromean con lo malas que son nuestras relaciones (Aquí no hay quien viva), escenifican parodias buscando implantar en la conciencia que «la vida es así».
Pero es MENTIRA, la vida dentro del Imperio es PROYECTADA. No tiene porqué ser así. Nos separan desde la mañana en sus sistemas productivo y educativo. Nuestras relaciones no son profundas, porque sólo compartimos el consumo y el ocio. Cuatro personas encerradas en un piso NO es una familia, es asfixiante.
Vamos por la calle saludando a personas que hace tiempo no vemos: el «cuánto tiempo sin verte» se repite sin parar por cientos de millones de personas.
No tenemos afectos profundos, porque el afecto necesita del tiempo. El ritmo de vida artificial: la competencia obligatoria y las metas envenenadas del placer y la felicidad (miserable). Usan a sus modelos mercenarios para manejarnos en masa: «lo quiero todo y lo quiero ahora» (I want it all, and I want it now) de Freddie Mercenario (Queen), y otras «estrellas» que nos guían hacia el abismo.