Estoy arrastrando algunos errores de Félix Rodrigo en cuanto al origen del Capitalismo, y debo de actualizarme. Si bien habrán notado que suelo incluir el análisis antropológico de las costumbres domesticantes como principal origen de la propiedad y motor de degeneración, pero todavía hago carteles donde, siguiendo a Rodrigo, establezco el origen del Capitalismo en los comerciantes que abastecen a los ejércitos. Esto es correcto en parte, pues «aumenta lo que ya existía», la diferenciación en clases según su capital, y el cambio en las costumbres bajo presión, que se pone en marcha mucho antes con la Domesticación.
Aquí el cartel en cuestión:

El libro «La Aldea Gallega» de Nicolás Tenorio aporta los hechos que validan lo que John Zerzan también ha demostrado, por desgracia sin mucha repercusión. Les dejo algún extracto y les animo a escucharlo / leerlo, además del artículo de Zerzan, para que puedan seguir el rastro con más detalle a esa degeneración en el tiempo que sufre toda sociedad domesticadora, por mucho que se intente de parchear desde la voluntad.
Cambian las costumbres, cambia el ser humano.
<< la primera riqueza no consistió en poseer grandes extensiones de terreno; el hombre rico lo era en ganados, en rebaños de ganado caballar, de cerda, lanar y sobre todo de bueyes. Esta última especie o ganado vacuno parece haber sido la de más valor, y la palabra capitale, reses contadas por cabezas, fue lo que dio origen al vocablo capital, uno de los términos más famosos de la economía moderna. El buey fue empleado siempre para la labranza por su trabajo y los abonos que produce, habiendo representado en algunas épocas, casi exclusivamente, lo que los economistas llaman capital aplicado a la tierra. De la importancia del ganado fue secuela la del poseedor, y en las leyes antiguas no hay personaje a quien se dé tanta como al que nombran vaquero noble. Sunner-Maine opina, que en la grandísima consideración atribuida en las sociedades arcaicas a la riqueza pecuaria, se haya la solución al problema acerca del origen de las aristocracias, y quizás pueda encontrarse también aquí, como reminiscencia de edades pasadas, el de la influencia de que hoy gozan entre los aldeanos gallegos aquellos ricos en ganados y que los tienen repartidos en aparcería entre los demás. Dar y tomar ganado en tenencia o aparcería, resulta ser costumbre jurídica bien antigua. Debió nacer en el momento en que se hizo la división de las tierras tribales entre los individuos libres de la tribu, entonces la verdadera dificultad para los grandes propietarios de ganados consistió en proporcionarse pastos para el sostenimiento, a la vez que los pequeños terrazgueros no tenían ese capital aplicado a la tierra necesario para el cultivo, y sin él, quedaban reducidos a la indigencia. El poseedor de ganados repartió entonces sus cabezas entre los terrazgueros libres, y consolidó de este modo su antigua influencia debida a la riqueza. Los terrazgueros subvinieron con el ganado a las necesidades de la labranza y sostenimiento de la familia, y se estableció entre ellos una relación de dependencia directa, de donde se originó después el sistema que siguió la sociedad durante la Edad media. Interesa, pues, excepcionalmente, conocer todas aquellas costumbres que de una manera más o menos directa se refieran a esta primitiva tenencia de ganado, como acontece con el contrato de aparcería tan usual en la región gallega. >>